Sunday, October 4, 2015

Disfrutando agradecido.

Aeropuerto Tocumen, Panamá. Anita ya está en el avión hacia Orlando, camino a casa. Yo espero mi conexión para seguir viaje a Quito.
Este viaje ha sido en general muy bueno para mí , Bogotá, donde pasamos algunos días, es hermosa y visitamos sitios emblemáticos, donde nos encontramos con turistas extranjeros (mayormente europeos), pero mayormente turistas nacionales. El turismo interno es fuerte, los colombianos son muy nacionalistas y regionalistas lo que los ha llevado a conservar tradiciones y culturas; saben que la diversidad geográfica del país va acompañada de variedad arquitectónica, culinaria y de vestuario, tanto como de acentos y costumbres, lo que les despierta la curiosidad por experimentar las otras regiones.
En Colombia las estaciones del año se nombran y tal vez se diferencien por la época de lluvia, la verdadera diferencia de clima la dicta la altura sobre el nivel del mar y las ciudades las califican como: “de clima frio”, “templado” o “caliente”. Cientos de micro climas, cuyos colores y aromas a veces evocan, o se descubren o te sorprenden: los eucaliptos de las montañas de Cundinamarca, el café y plátanos de Antioquia y el eje cafetero, el olor a caña del Valle del Cauca, el que solo reconocí porque el año pasado corté mi cañaduzal en mi casa en Newberry (tres cagadas cañitas) y las piqué y chupé con un par de mis nietos para después plantar el resto.
En el centro de Bogotá está una pastelería y restaurante estilo francés, cuyos platos son una verdadera delicia y tiene en la portada del menú, una leyenda que más o menos dice: Si estás aquí es porque has sido bendecido, disfruta de tu experiencia y da gracias. Esta llamada de atención sirve para el resto de la vida misma y la experiencia diaria.
Mientras estuvimos en el área de Bogotá fuimos a pasear a Villa de Leyva, y de paso visitamos la catedral de sal de Zipaquirá (que por supuesto… huele a sal) y es una de las siete modernas maravillas del mundo. Seguimos y pasamos por muchos encantadores pueblos intermedios hasta parar en Chiquinquirá, y continuar a Villa de Leyva donde llegamos anochecidos, justo para presenciar la celebración de los 70 años del IETAN de Boyacá, lo que nos despertó a las 6 a.m. con fuegos artificiales por la alborada de la celebración seguida de un desfile de estudiantes con bandas de guerra por el pueblo y Plaza Mayor. Después de una cabalgata, y almuerzo en uno de los excelentes restaurantes, enrutamos de vuelta a Bogotá por la vía de Tunja. Al dia siguiente volamos a Cali, visitas a familiares, boda, paseo a una finca en la Buitrera de Palmira, en tres días madrugar para volar a Panamá.
He disfrutado a plenitud mi paseo por Colombia y en este momento disfruto las cuatro horas de espera en Tocumen hasta la hora de mi conexión a Quito.

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