Thursday, March 21, 2013

Quién soy... y que soy.


 

Todos necesitamos una identidad, es fundamental para nuestra existencia y desarrollo, y tan trascendental que ha sido una interrogante universal y constante desde los albores de nuestra civilización. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Hacia donde voy? Algunos creen que lo saben, la mayoría todavía se lo pregunta. Pero eso es en el plano colectivo, de toda la humanidad.

En lo individual, cada cual nos formamos una propia identidad, y ya mayores creemos saber quiénes somos, pero en la gran mayoría de los casos nos confundimos o dejamos confundir por el medio en que vivimos. Nos confundimos reitero y pensamos que lo “QUE” soy es verdaderamente “QUIEN” soy. Por ejemplo nos identificamos con una actividad o profesión: Soy el maestro, la doctora, el licenciado, la madre, el ingeniero, el taxista, etc. Siempre con el rotulo, pero cuando esa actividad cesa, o se aminora, la estructura psicológica sufre trastornos muy visibles, se cae en depresiones, se baja la autoestima, crisis de todo tipo y en ocasiones hasta se pierde el deseo de vivir, ya que se ha perdido la identidad y con ello la razón para continuar la existencia. Tal es el caso de los jubilados, que no viven mucho tiempo después de la fecha del retiro. O las madres dedicadas 100% a sus hijos, que sufren el síndrome del nido vacío y entran en profundas depresiones.  Y los que pierden su empleo o su habilidad de desarrollarlo.

Otra confusión del “QUIEN soy”   es en realidad “QUE tengo”: Dinero, autos, casas, ropa, etc. Cuando en cualquier tipo de circunstancia estas posiciones se pierden, ya sea por mala administración propia, catástrofe natural, o financiera. Aquel que ha basado su identidad en sus posesiones no solo siente la perdida material, sino que además se pierde a sí mismos.

Una muy común confusión es la de creer que uno es lo QUE los demás piensan de uno. O reputación, tan importante para muchos que se llega a extremos y sacrificios por mostrar y mantener una imagen  ante el resto de la sociedad, y como dice el Dr. Wayne Dyer "lo que  los demás piensen de tí, no tiene nada que ver contigo".

Mientras más confundamos el “QUIEN” somos con el “QUE” somos, más difícil nos será ser felices.

Para lograr la felicidad necesitamos saber “quién soy” y si le quitamos las confusiones antes nombradas nos va quedando algo más simple y perdurable, por lo autentico e inmutable: Soy un ser humano, y este es un hecho que no cambia así cambien las circunstancias externas que te rodean en un determinado periodo de tu vida. A esa tan simple identificación de ti mismo le puedes agregar adjetivos que completen la definición de tu identidad: generoso, paciente, buena, valiente, etc.

Nada externo te puede quitar parte de TI MISMO, Cuando te has despojado de toda la ropa, no se te puede desnudar.

La definición de tu identidad que te acerca a una integración con el resto del universo es aún más simple: “SOY UN SER”.

Eso te hace parte del resto, de todos los seres…

Sin apellidos ni distinciones como: vivos, inanimados, acuáticos, terráqueos, cósmico, etc.

Soy un ser…               … del universo.