Me morí mañana.
No tenia realmente la necesidad de salir de
su casa, no le dijo a nadie que quería comprar una botella mas de vino y otro
pan. No se puede decir que fuera distraído ni que algún problema le invadiera.
ya vuelvo amor dijo y se fue…
Tengo apenas 67 años (suena divertido, algo así como pretencioso), pero tengo conciencia de que ya estoy viviendo los descuentos y cada día es un día extra, la verdad es que así es toda la vida, cada día es sin garantía y el día siguiente aun menos, pero lo olvidamos. Vivimos y no aceptamos la inminencia de la muerte.
Ya hacen cuatro años y medio que deje de
trabajar y recibo una pensión, gozo de una salud bastante buena, aparentemente
no tengo razones para pensar que mi vida se puede acabar pronto, pero tengo en
mi cerebro una constante presencia de la cercanía de la muerte y del hecho
innegable de mi deterioro físico, gradual pero inexorable.
Cuando pienso en aquel momento (el de mi muerte), lo hago con serenidad, tal vez me preocupa mas la longevidad que el hecho mismo de la partida, me gustaría poder elegir cuando será el mejor momento y decidir mi propio tiempo. Me preocupa una vida de incapacidad y dependencia, sin noción a veces (o casi siempre) de mi entorno ni de mi mismo.
Mi gran dilema es saber cuando es el momento justo ni muy temprano ni muy tarde:
Temprano por ejemplo sería hoy, que
físicamente me siento bien (dentro de mi rango de edad). Tarde sería cuando se
me olvide que quiero tomar esa decisión.
Si me muriera mañana solucionaría mi actual preocupación y no tendría que decidir nada, pero la cosa no es tan simple.
Quien me conoce
un poco sabe que tengo tantos proyectos en mi cabeza que tres vidas no me
alcanzarían para poderlos realizar, por eso el temor a posponer mi muerte mas
de lo debido, por eso una pequeña preocupación me embarga, ¿que tal si me muero
hoy?... Al empezar un viaje, al cruzar la
calle, que si la pandemia (en el especifico caso de ese virus me preocupa mas
lo que se sufra que la muerte misma)., que una bala perdida… (eso es un poco
melodramático). Me quedar con algo que hacer a medias, con muchas cosas que empezar,
otras que escribir etc. Y a propósito como va a ser relatada mi muerte, porque
hay por ahí una que otra persona que lo comentaría o preguntaría … ¿Cómo
sucedió?
Se los voy a contar
haciendo como que me morí mañana.
Los detalles físicos del hecho los sabrán por otras personas, y ahora cuando estoy a punto de inventarme una historia fantástica de fantasma y alma en pena, que no sabe que murió. Me doy cuenta que ya se me adelanto mucha gente, que magistralmente han escrito e incluso hecho películas con el tema, entonces, ¿Qué hago con lo escrito mas arriba en esta pagina? Tal vez sea conveniente explicar que estamos a finales del 2021 que estoy mas cerca del covid de lo que he estado desde que se desató la pandemia. En todo caso estos casi dos años pasados han cambiado la vida de mucha gente en forma dramática y las consecuencias socio-culturales están por verse y quizás sean totalmente diferentes a las pronosticadas por los “eruditos”.
Sin embargo dada mi condición de jubilado, de estar en relativa buena condición física, mi inquietud innata, y mi capacidad de adaptación que le saca lo mejor a cada circunstancia, esta situación desagradable de pandemia y cuarentenas, me ha afectado en forma menos drástica, “hay que hacer lo que hay que hacer” y tratar de pasarla bien mientras se hace. Entre mis proyectos actuales está la construcción de una pequeña cabaña, que por motivos de tramites (burocracia), pandemia y viajes (nuestros) se ha visto muy retrasada, sin embargo he disfrutado cada día que he pasado en ese pequeño terreno, que si se queda sin terminar no me importa, me gozo los momentos del camino mas que la meta.
Ya verán en Instagram alguna maricadita que se me ocurra y que la inamovilidad resultante de la escalada de contagios, me da el tiempo de desarrollar.
En fin, no me morí mañana, sino cuando me
muera, ni antes, ni después con o sin mi intervención.
Reinaldo Guerra.
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