Aeropuerto
Tocumen, Panamá. Anita ya está en el avión hacia Orlando, camino
a casa. Yo espero mi conexión para seguir viaje a Quito.
Este
viaje ha sido en general muy bueno para mí , Bogotá, donde pasamos
algunos días, es hermosa y visitamos sitios emblemáticos, donde nos
encontramos con turistas extranjeros (mayormente europeos), pero
mayormente turistas nacionales. El turismo interno es fuerte, los
colombianos son muy nacionalistas y regionalistas lo que los ha
llevado a conservar tradiciones y culturas; saben que la diversidad
geográfica del país va acompañada de variedad arquitectónica,
culinaria y de vestuario, tanto como de acentos y costumbres, lo que
les despierta la curiosidad por experimentar las otras regiones.
En
Colombia las estaciones del año se nombran y tal vez se diferencien
por la época de lluvia, la verdadera diferencia de clima la dicta
la altura sobre el nivel del mar y las ciudades las califican como:
“de clima frio”, “templado” o “caliente”. Cientos de
micro climas, cuyos colores y aromas a veces evocan, o se descubren o
te sorprenden: los eucaliptos de las montañas de Cundinamarca, el
café y plátanos de Antioquia y el eje cafetero, el olor a caña del
Valle del Cauca, el que solo reconocí porque el año pasado corté
mi cañaduzal en mi casa en Newberry (tres cagadas cañitas) y las
piqué y chupé con un par de mis nietos para después plantar el
resto.
En
el centro de Bogotá está una pastelería y restaurante estilo
francés, cuyos platos son una verdadera delicia y tiene en la
portada del menú, una leyenda que más o menos dice: Si estás aquí
es porque has sido bendecido, disfruta de tu experiencia y da
gracias. Esta llamada de atención sirve para el resto de la vida
misma y la experiencia diaria.
Mientras
estuvimos en el área de Bogotá fuimos a pasear a Villa de Leyva, y
de paso visitamos la catedral de sal de Zipaquirá (que por supuesto…
huele a sal) y es una de las siete modernas maravillas del mundo.
Seguimos y pasamos por muchos encantadores pueblos intermedios hasta
parar en Chiquinquirá, y continuar a Villa de Leyva donde llegamos
anochecidos, justo para presenciar la celebración de los 70 años
del IETAN de Boyacá, lo que nos despertó a las 6 a.m. con fuegos
artificiales por la alborada de la celebración seguida de un desfile
de estudiantes con bandas de guerra por el pueblo y Plaza Mayor.
Después de una cabalgata, y almuerzo en uno de los excelentes
restaurantes, enrutamos de vuelta a Bogotá por la vía de Tunja. Al
dia siguiente volamos a Cali, visitas a familiares, boda, paseo a una
finca en la Buitrera de Palmira, en tres días madrugar para volar a
Panamá.
He
disfrutado a plenitud mi paseo por Colombia y en este momento
disfruto las cuatro horas de espera en Tocumen hasta la hora de mi
conexión a Quito.